La bien merecida de su fama calle de Sullivan se encuentra a 5 minutos de mi casa en auto.
A la vuelta tengo el resplandeciente hotel Santander que bien pudiera llamarse condominio ya que sus cuartos son en realidad los departamentos de prostitutas, que en su mayoría miden alrededor de 1.70, lucen mandíbula acentuada, voz forzadamente aguda, anchas de espaldas, angostas de caderas, pero eso sí, nalgas apretadísimas en faldas de tela plástica brillante. Algunas tienen una mancha verde-grisácea en la cara donde debería ir una poblada barba. Y es a partir de las 8 de la noche más o menos, cuando en esta oscura calle de Arista, iluminada sólo por las luces del Santander, empieza el desfile de barato glamour, estridentes voces, tangas al aire y el devenir de autos.
En la esquina de Zaragoza y Orozco y Berra un clásico es el morenote tempranero que desde mediodía lo encontraremos trabajando. A él le encanta el disfraz de colegiala, acompañado de un maquillaje fresco y una peluca de larguísimo cabello castaño claro peinado muy a propósito de dos coletas. Casi siempre están con él dos colegas, auténticas mujeres que a mi inexperto ojo lésbico son mucho menos atractivas que él.
Pero la vía principal de exhibición de muñequitas entaconadas, faldicortas y senos vistosos es la avenida Puente de Alvarado (paralela a mi calle) donde sin pasearte más de dos veces notarás la clara organización de los grupos con sus características bien definidas: En un bloque están las menos viejas, en otro las gordas, en otro las más gordas y la esquina más iluminada la tomaron los travestis que tienen culos y pechos más firmes que todas las demás y que además gozan de gran demanda.
Y para que las partes cierren contrato basta mencionar que se ven desde la azotea de mi casa, sin forzar ni un poco la vista, los hoteles Mina, Mazoy, Detroit, Savoy, Miño, Polly, Hotel del Norte, La Fuente, Santander y Jena.
Me encanta vivir rodeada de putas porque todos los días que regreso a casa, del metro Hidalgo a la calle de Mina soy una diva sexual. No importa que sean las doce del día o las diez de la noche, los caballeros que por mis calles transitan siempre están dispuestos a ofrecerte un piropo y/o llamarte desde su auto, al que manipulan para que avance a tu paso, para que con un claxon leve o con la voz, comiencen a invitarte a subir. Así esté usando mis pantalones holgados y alguna de las playeras que más flojas me quedan, las ofertas de trabajo nunca faltan. Siempre las ignoro caminando derecha y sin mover un centímetro la cara del frente, menos dos ocasiones: en la primera yo venía de muy mal humor (alguna contrariedad sucedida en la escuela) y cuando se me emparejó un auto volteé con cara de odio a murmurar un pendejo, palabra que mas que escucharse pretendí fuera fácil de leer en mis labios, y levanté muy derechito el más largo de los dedos de mi mano derecha estirado antes mi brazo hacia el auto. En la segunda ocasión mi actitud fue diametralmente diferente. Miré el auto, al conductor, sonreí, y me dijo mientras frenaba un poco –Hola bonita, ven, sube – y con una cara coqueta, sonriente y sin detenerme mi respuesta fue “ahorita no puedo, voy a mi casa, otro día seguro sí”. Y atravesé la calle pensando ¿por qué dije eso?
En más de una ocasión he invertido mi tiempo imaginando: Si yo fuera… ¿Cuál sería mi tarifa? Pero yo me dedico al no tan sexual y claro que mucho menos lucrativo negocio de ser estudiante de psicología.
Y aquí afuera están ellas noche tras noche vendiendo su tiempo, su piel, su histrionismo y su intimidad. Cuando las veo a veces pienso en aquel bolero antaño de Daniel Santos,
virgen de medianoche,
virgen eso eres tú
para adorarte toda,
rasga tu manto azul
señora del pecado
luna de mi canción
mírame arrodillado
junto a tu corazón
virgen de medianoche
cubre tu desnudez
bajan las estrellas
para alumbrar tus pies.
A la vuelta tengo el resplandeciente hotel Santander que bien pudiera llamarse condominio ya que sus cuartos son en realidad los departamentos de prostitutas, que en su mayoría miden alrededor de 1.70, lucen mandíbula acentuada, voz forzadamente aguda, anchas de espaldas, angostas de caderas, pero eso sí, nalgas apretadísimas en faldas de tela plástica brillante. Algunas tienen una mancha verde-grisácea en la cara donde debería ir una poblada barba. Y es a partir de las 8 de la noche más o menos, cuando en esta oscura calle de Arista, iluminada sólo por las luces del Santander, empieza el desfile de barato glamour, estridentes voces, tangas al aire y el devenir de autos.
En la esquina de Zaragoza y Orozco y Berra un clásico es el morenote tempranero que desde mediodía lo encontraremos trabajando. A él le encanta el disfraz de colegiala, acompañado de un maquillaje fresco y una peluca de larguísimo cabello castaño claro peinado muy a propósito de dos coletas. Casi siempre están con él dos colegas, auténticas mujeres que a mi inexperto ojo lésbico son mucho menos atractivas que él.
Pero la vía principal de exhibición de muñequitas entaconadas, faldicortas y senos vistosos es la avenida Puente de Alvarado (paralela a mi calle) donde sin pasearte más de dos veces notarás la clara organización de los grupos con sus características bien definidas: En un bloque están las menos viejas, en otro las gordas, en otro las más gordas y la esquina más iluminada la tomaron los travestis que tienen culos y pechos más firmes que todas las demás y que además gozan de gran demanda.
Y para que las partes cierren contrato basta mencionar que se ven desde la azotea de mi casa, sin forzar ni un poco la vista, los hoteles Mina, Mazoy, Detroit, Savoy, Miño, Polly, Hotel del Norte, La Fuente, Santander y Jena.
Me encanta vivir rodeada de putas porque todos los días que regreso a casa, del metro Hidalgo a la calle de Mina soy una diva sexual. No importa que sean las doce del día o las diez de la noche, los caballeros que por mis calles transitan siempre están dispuestos a ofrecerte un piropo y/o llamarte desde su auto, al que manipulan para que avance a tu paso, para que con un claxon leve o con la voz, comiencen a invitarte a subir. Así esté usando mis pantalones holgados y alguna de las playeras que más flojas me quedan, las ofertas de trabajo nunca faltan. Siempre las ignoro caminando derecha y sin mover un centímetro la cara del frente, menos dos ocasiones: en la primera yo venía de muy mal humor (alguna contrariedad sucedida en la escuela) y cuando se me emparejó un auto volteé con cara de odio a murmurar un pendejo, palabra que mas que escucharse pretendí fuera fácil de leer en mis labios, y levanté muy derechito el más largo de los dedos de mi mano derecha estirado antes mi brazo hacia el auto. En la segunda ocasión mi actitud fue diametralmente diferente. Miré el auto, al conductor, sonreí, y me dijo mientras frenaba un poco –Hola bonita, ven, sube – y con una cara coqueta, sonriente y sin detenerme mi respuesta fue “ahorita no puedo, voy a mi casa, otro día seguro sí”. Y atravesé la calle pensando ¿por qué dije eso?
En más de una ocasión he invertido mi tiempo imaginando: Si yo fuera… ¿Cuál sería mi tarifa? Pero yo me dedico al no tan sexual y claro que mucho menos lucrativo negocio de ser estudiante de psicología.
Y aquí afuera están ellas noche tras noche vendiendo su tiempo, su piel, su histrionismo y su intimidad. Cuando las veo a veces pienso en aquel bolero antaño de Daniel Santos,
virgen de medianoche,
virgen eso eres tú
para adorarte toda,
rasga tu manto azul
señora del pecado
luna de mi canción
mírame arrodillado
junto a tu corazón
virgen de medianoche
cubre tu desnudez
bajan las estrellas
para alumbrar tus pies.
10 comentarios:
esta chido este.
buen onda querida.
Eres una puta
Tal vez sea por qué en el fondo de nuestro corazoncito, todos nos sentimos bien cuando somos deseados, en lo particular a mi me mueve el corazón cuando veo los ojos de deseo de alguna chica que se me quede viendo de arriba a abajo. Linda historia yomig_8888@hotmail.com
Espero podamos charlar algún día:)
me recordo lo que yo escribi cuando vivia en una esquina transitada de streetwalkers.
esa mulata que rompe el concreto
con su interminable tacon de aguja
sueño del discreto y del granuja,
del lisonjero, del sutil, del escueto,
arrulla mis noches con su allegretto
y su risa, poniendose precio sin prisa,
haciendo de la indecencia misa,
sacerdotiza del templo de Insomnio,
mujer del loco sin manicomio,
sol que nace cuando el sol agoniza.
Que curioso que haya terminado aqui, pero me gusto mucho la lectura
me encanto tu descripción. sin formalismos natural y poetica. hermoso sin duda alguna
Desde 1996 hasta mas o menos 2011 fui consumidor de este servicio y la verdad todas me trataron muy bien salvo una que otra que no fue tan complaciente. Lo que ocurre ahora en ese lugar es que hay una serie de soplones que le echan la policía a los que consumen este servicio quitándoles el pan de la boca a estas mujeres que muchas de ellas por necesidad lo hacen
como se llaman los hoteles de las 5 fotos?
como se llaman los hoteles de las 5 fotos?
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